jueves, 24 de julio de 2014




Hay espacios y tiempos que no acaban de casar bien entre sí. Hablo por ejemplo de la Tierra y nosotros… el tiempo pasa y los espacios a veces no le siguen el juego. El tiempo pasa siempre mucho más de prisa de lo que uno quisiera y uno se cree aún adolescente, con ganas de comerse el mundo, viviendo con un cronómetro en la muñeca, atropellando las páginas de una agenda repleta de listitas e imposibles minimalismos que ya ni miras. Vives por intuición.


Llegas a casa y te derrumbas en el sillón: hosti… cuánta energía empleé en esto. Me duelen hasta las orejas….. . Haces mil planes, empiezas demasiadas cosas, llevas una batalla contra la rutina como si fuera ese tu objetivo. No estoy seguro de que el espacio exista fuera del tiempo. Creo que somos tiempo y el tiempo lo asocia, construye o deconstruye todo como una danza macabra de la muerte. Tengo 49 años. Soy un optimista enfermizo; me interesan más las personas que las cosas, aunque los principios sirven, como el corazón,  para que se te rompan en mil pedazos…


Descubrí en una exposición en Valencia (“Té con Nefertiti”) tres fotógrafos que persigue cada uno un imposible:
Una fotógrafa quiere captar el tiempo; el paso del tiempo. Podríais decir que es la esencia de la fotografía pero esta fotógrafa persigue cuajar en imagen el paso del tiempo: cómo detener lo móvil en un instante, en una ‘instantánea’ poniéndonos delante un brutal anacronismo espacio-temporal, espacios ya no usados y abandonados…
Es como el chiste aquel de Gila del tío que daba brochazos al aire para inventar la radio en color: ‘el día que pille la onda…’

Dos: hacer de voyeurs en los museos. Ver cómo ven el arte. Mirar cómo miran.

Tres: un artista va más allá. Recorta fotos de revista. Hace maquetas en papel, cartulina etc. De esos espacios (siempre vacíos), les hace una foto desde (qué obviedad) una perspectiva determinada con una luz determinada. Las amplía hasta conseguir una fotografía gigante y luego destruye el recorte y la maqueta. El resultado de ese proceso es ya realidad en sí sin modelo. Asistes a unos espacios fríos; ves unas maquetas que mosquean por su silencio y su perfección imperfecta de artefacto.


Estas fotografías, en la exposición, imagino que no todas tienen ese soporte, se muestran en unas cajas de luz con la foto sobredimensionada y tu mirada va recorriendo la imagen (iluminada desde dentro en esa caja gigante parecida a una vitrina publicitaria en vertical)…. Y descubres la desconexión entre tiempo y espacio: una silla o cajón de plástico de esas de bar de verano en un palacio abandonado, moquetas rojas o alfombras llenas de rotos, habitaciones en ruinas que en otro tiempo pretendieron ser lo que no pudieron mantener a lo largo del tiempo.



Más allá de la técnica los tres buscadores de imposibles te devuelven una realidad que te hace cuestionar la realidad… 

....es casi poesía visual…. Miras… remiras… sonríes……. Et voilà…… ya vas desacompasado del mundo, de la vida…. No coincides en contenido y continente, en tiempo y espacio.



No jodas: ¿seré de otro tiempo viviendo en otro espacio? 

Los únicos paraísos que existen son los perdidos. Yo soy griego, soy armenio y soy del mar pero no soy de este tiempo. Creo. El pasado no existe más que en los libros. Es mentira. El futuro tampoco existe. Vamos resbalando a través de la concha del caracol galáctico, en una espiral que nos lleva al centro o al extremo… y patinamos hacia delante. No en el espacio sino hacia adelante en el tiempo. Lo que creemos fundamental dentro de nada será accesorio: un recuerdo, una foto, un libro, las horas del cronómetro que no sabemos qué marcan ni qué son. 



Desde aquí, desde el anillo de Saturno, lo veo más claro que inmerso en el bullicio de la ciudad, del trabajo, de la rutina que no se deja atrapar…

Un grupo de escolares mira (totalmente desinhibidos) las Meninas, en el Prado. Toman notas; los adultos detrás. Las meninas y Velázquez parecen comentar la escena que tienen delante: el ambiente, la novedad anacrónica de esas personas….. ‘qué raros son, ¿verdad?’


Mirad con los ojos relativos de Einstein, que nos descolocó cambiando lo mutable a la categoría de estable y al revés: nadie sabe qué somos; parece indudable que somos lo que duramos y hacemos en el tiempo…. Somos su regalo….. somos los caprichosos hijos de Cronos…. Hasta que le entra hambre y………









Xenia Nikolskaya, Thomas Demand y Thomas Struth:






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